Estamos en la Era del Internet, eso es claro. Si no tienes presencia en el cyber espacio, definitivamente no existes.
Esto ha empujado a las empresas, negocios medianos y pequeños; e incluso a los profesionales independientes que desean posicionarse, a crear páginas web, blogs, y usuarios redes sociales de diferentes índoles.
El uso de múltiples pantallas resulta agobiante. Puede ocurrir que en tu oficina esté recibiendo un correo en tu computadora, al mismo tiempo que un cliente te escribe por mensaje de texto, mientras que tu teléfono fijo suena.
Este nivel de hiperconectividad también ha aumentado el nivel de impaciencia de las personas. Cada vez se acorta más el tiempo que la gente entiende debería ser el mínimo de respuesta entre un mensaje y otro. Y todo esto ha aumentado el stress a niveles insospechados, al punto que se dice que es la nueva plaga del siglo 21.
Por otro lado, resulta sumamente cómodo poder comunicarse a través del cyber espacio. El mismo hecho de que es una comunicación no presencial, propicia que algunas personas se atrevan a decir cosas que normalmente no dirían cara a cara. Claro está, que esto último suele aplicarse más en el ámbito personal.
En cuanto a lo laboral, un correo electrónico bien detallado, por ejemplo, puede ahorrar tiempo o condensar en pocas palabras lo acordado en una reunión. Todos los involucrados reciben el mismo mensaje por escrito al mismo tiempo, lo que resulta una solución cómoda, barata y tan efectiva, que a pesar de que muchas redes sociales han desaparecido, el correo electrónico ha permanecido como un orgulloso fósil que niega a morir con el paso del tiempo.
Ahora bien, conviene no caer en el error de robotizarse al punto tal de perder el contacto personal por completo.
A mi humilde entender, este justamente el momento para diferenciarse con un toque personalizado en las interacciones que tenemos en el día a día.
Las personas somos seres emocionales. No se tiene que haber estudiado física cuántica para darse cuenta que es precisamente por eso que la publicidad más efectiva es la que apela a las emociones.
Somos seres sociales, por lo que difícilmente una persona te dirá que le alegró más recibir una felicitación en Facebook que un cordial abrazo o una calurosa llamada telefónica.
Poner tu toque especial en cada cosa es un factor diferenciador importante, especialmente en momentos en lo que la comunicación cada vez resulta más fría, pues el contacto personal suele ser menos.
Esto es algo que trato de aplicar a mi vida personal y profesional. A continuación comparto algunas prácticas que me han resultado, y que con suerte, puede que te resulten útiles:
- Nada sustituye el contacto personal. Si bien es cierto que estamos cada vez más ocupados, lo cual reduce la oportunidad de juntarse. Otras veces, la distancia no lo permite. Ahora bien, siempre que sea posible, tener un contacto directo con la persona, estrechar su mano con un caluroso saludo, mirarla a la cara, tiene un efecto insuperable.
Por eso, cada vez que puedas procura reunirte personalmente. Eso fortalece las relaciones, y sobre todo, resuelve en cuestión de minutos situaciones que suelen desatar una larga cadena de correos electrónicos.
- Llamar primero y escribir después. ¿Te ha ocurrido en alguna ocasión que una situación aparentemente simple se convierte en una avalancha de correos de ida y vuelta que al final complican todo más? Hablar primero y luego poner por escrito lo acordado ahorra muchos malentendidos y sinsabores.
Cuando se imposibilita tener un encuentro personal, una videoconferencia o una llamada telefónica son la mejor opción.
- Reserva los mensajes de texto para cosas muy puntuales. Desde mi punto de vista, los mensajes de texto o la mensajería como whatsapp, no deberían ser utilizados como la vía principal de contacto para fines se negocios.
Si bien es cierto que son excelentes herramientas, sugiero reservarlas para mensajes puntuales. Puede resultar tentador acudir a estas aplicaciones recurrentemente, pero a nivel general no son las más recomendables en el ámbito profesional.
- Escribe notas de agradecimiento y felicitaciones. La caligrafía de las personas tiene un toque personal y especial. Es como el ADN, nadie tiene el mismo. Así nadie tiene la misma escritura. Por tanto, cuando un cliente o relacionado recibe una nota manuscrita sabe que te tomaste el tiempo para escribir un mensaje personalizado solo para él o ella.
Algunas personas guardan las notas de agradecimiento por años. Así que, no temas en explayarte diciendo las razones por las cuales agradeces a esa persona y cómo su gesto te hizo sentir.