Aunque los más recientes hechos podrían dar la impresión de que explotó la burbuja de los influencers, todo apunta a que nos queda influencer marketing para rato.
Por todos es bien sabido, los influencers han descollado debido a la necesidad de las marcas de llegar de manera directa a sus nichos de mercado objetivo. Especialmente en una época en la que los individuos reciben miles de impactos diarios a través de múltiples pantallas, provocando que cada vez resulte más difícil moverlos a la acción, y lograr un nivel de recordación que consolide el posicionamiento de dichas marcas.
En otras palabras, a las marcas les está costando hacerse notar por sus clientes potenciales a través de los canales tradicionales. Por tanto, utilizan estrategias que parecen orgánicas, promoviendo sus productos y servicios a través de influenciadores que ya se han ganado la simpatía y fidelidad de sus seguidores.
Sin embargo, este mundo de privilegios del que disfrutan las personas que llegan a posicionarse en este nivel, ha ocasionado furor, a un punto tal, que muchos hacen prácticamente cualquier cosa para lograr ese estatus de “celebrity”. Es decir que, las redes sociales se han convertido en el nuevo “show business” de la era digital.
Y como en todo en el mundo, este fenómeno tienes sus pros y sus contras. Es por esto que, los falsos influencers se han convertido en un mal que está afectando el rendimiento de las redes sociales como canales comerciales.
Por tanto, la industria de influencers es una de las más polémicas dentro de marketing digital, pues suele resultar cuestionable el logro de los objetivos a alcanzar.
Casos como el de #Arii, una influencer que contaba con 2.6 millones de seguidores en su cuenta de Instagram. Sin embargo, no fue capaz de vender 36 camisetas, que era la cantidad mínima que una marca le pedía para poder invertir en su línea de ropa, son un claro reflejo del replanteamiento que debe haber sobre un mercado que está impactando negativamente en digital. A pesar de ser una de las áreas que cuenta con grandes desarrollos tecnológicos, no obstante, sigue apostando por formatos que se han ido desgastando por malas prácticas.
Otro caso que causó impacto fue el de Fier Laurser, una influencer y estrella de realities de 23 años, quien publicó su nota de suicidio en su cuenta de Instagram con más de 336 mil seguidores. Como reportó Gaby Castellanos reconocida publicista, “el post con más de 30 mil “me gusta” y más de 8 mil comentarios tardó en ser eliminado de la plataforma más de 2 días; porque sus padres no tenían como acceder a su cuenta y borrarlo.
Esto provocó una respuesta de la propia voz de la Ministra de Educación de Dinamarca, país de origen de la joven en cuestión, exigiendo que Ios influenciadores tengan las mismas responsabilidades editoriales que los medios y los periodistas, ya que al tener acceso a tantas personas, deben ser responsables de lo que publican, hablar de suicidio en redes sociales debe tener las mismas regulaciones que en la prensa”.
Los casos son tantos, que no se pueden mencionar todos en este espacio. Abarcan desde peticiones de boda previamente orquestadas y con apoyo de marcas patrocinadoras, que fingen ser espontaneas en redes sociales, hasta que la realidad se filtra en las redes; posts publicados erróneamente con los comentarios y sugerencias de la agencia; influenciadores bajo contrato con una marca de smartphone que son agarrados in fraganti utilizando otra marca; escándalos, demandas y todo el desmadre imaginable, sugiere que las marcas deben hacerse más conscientes de que son muchos los factores a tomar en cuenta antes de utilizar a un talento para respaldar su estrategia publicitaria.
Los falsos influenciadores son un fenómeno que ha comenzado a impactar dentro del mercado, por el efecto negativo que se ha patentado dentro de este.
Según datos obtenidos de la pagina web merca.do: “Apostar por el influencer marketing ha llevado a esta industria a consolidar ingresos tan solo en Instagram y a nivel mundial por mil 700 millones de dólares esperados durante este 2019”.
De acuerdo a lo citado por dicha página, los resultados de un estudio de la plataforma Cheq y la Universidad de Baltimore concluyeron que los supuestos influenciadores que pagan por seguidores falsos tendrán un impacto negativo para el mercado publicitario de mil 300 millones de dólares. Y esta cifra crecerá hasta los mil 500 millones de dólares durante 2020.
Según investigaciones realizadas por HopperHQ, cifras tan impactantes como US$1,266,00.00, monto que cobra la billonaria Kylie Jenner, por un post sosteniendo un producto, dan muestra de la relevancia que estas figuras han ido alcanzando en el mundo digital. La joven, quien se hizo famosa por el reality show Keeping Up with the Kardashian, que se desarrolla en torno a las vivencias de su familia, y en el comenzó a aparecer desde niña, cuenta en su haber con mas de 139 mil millones de seguidores, y gran parte de su fortuna se debe al éxito de su línea de cosméticos.
Los influenciadores tienden a hacer amados u odiados. No siempre resulta cómodo trabajar con los egos inflados de algunos. Sin embargo, como mencioné en inicio, lejos de desaparecer, la tendencia tienda a aumentar.Ahora bien, apuesto a que las marcas dejen de tomar las decisiones que parecen ser fáciles y obvias, guiadas por la cantidad de seguidores y supuesta fama de un influenciador; y hagan un análisis real de las personas que contrataran para respaldar sus estrategias de marketing y publicidad. Además de crear mecanismos que midan el alcance y efectividad de dichas acciones.
Porque no nos confundamos, la fama de una persona, el hecho de que otros cedan a sus impulsos de voyeristas para escrutar sus vidas fabulosas, no significa que esa persona impacte y lleva a la acción a esa base de seguidores.En pocas palabras, el hecho de que te sigan no quiere decir que te vayan a comprar. Especialmente cuando, como en muchos casos, estas personas se han convertido en “guagüitas anunciadoras” y pierden la credibilidad de sus seguidores.